“Honor a quien honor merece”
Gregg Popovich fuera nombrado como el mejor de toda la campaña.
En la crónica de un premio anunciado, solo esperábamos que hicieran oficial que el coach del mejor equipo de la campaña (San Antonio, Spurs) Gregg Popovich fuera nombrado como el mejor de toda la campaña.
Lo más dramático de este premio es que comencemos a verlo normal, así como 2+2 es 4, resulta tan fácil entender que si el equipo texano fue el mejor, su coach debe ser el mejor. Y eso nos haría dejar de admirar el trabajo de Popovich.
Un equipo que cada año demanda una renovación, plagado de veteranos, jugando en una de las ligas más intensas del deporte internacional, y a pesar de los pesares terminan en primer lugar y sin lamentar lesiones de sus figuras.
Gregg tiene un lugar seguro en los libros para poder explicar, demostrar y desarrollar sus métodos y filosofía de basketball. Contradictoriamente, este equipo no tiene una estrella que haga más de 30 puntos por juego, no necesitan una nómina absurda; basta y sobra con el trabajo en equipo, la mejor banca de la NBA y mantener sanos a sus referentes.
Popovich se une a nombres legendarios como los de Don Nelson y Pat Riley; no es poca cosa codearse con estos apellidos, únicos entrenadores que han conseguido el premio en tres ocasiones.
Popovich ha llevado a San Antonio a 15 temporadas consecutivas con más de 50 victorias, y en cuatro ocasiones ha ganado 60 partidos en ese lapso.
De padre serbio y madre croata es el mandamás de los texanos desde 1996 y desde entonces presume 4 anillos con los Spurs y más de 900 victorias en 17 temporadas.
Gregg sigue en activo y ya tiene trabajando su legado, Mike Budenholzer actualmente el coach de Los Hawks de Atlanta, Mike Brown de los Cavs, Jacque Vaughn con la Magía, Brett Brown de Philadelphia, y Monty Williams coach de los Pelicanos de New Orleans son orgullosos alumnos del militar que se hizo coach, para hacer historia.
La grandeza de Popovich radica en que ha entendido que el centro del juego es el jugador.
“Todo depende de los jugadores, yo puedo darles instrucciones, pero ellos toman las decisiones importantes. Yo no puedo tomarlas desde mi asiento. La comunicación entre nosotros genera sinergias psicológicas que nos vienen muy bien. Muchas veces, en los tiempos muertos, me siento y les digo 'No tengo nada que deciros'. Ellos saben casi siempre lo que necesitan. Los jugadores más competitivos no pueden estar siempre recibiendo órdenes."
El talento de saber dar confianza a sus jugadores, pero a la vez cargarlos de responsabilidad.
“La responsabilidad es de los jugadores. Deben asumirla o nunca llegarán arriba"